escribir para vivir, vivir para vivir

En este espacio verde encontraras mis escritos; pertenecen a diferentes epocas y se apoyan en experiencias incluso contradictorias. Los inserto en un orden aleatorio y solo si me parecen vivos, si los veo llenos de emoción; si siento que sus conflictos y felicidades son capaces de aportar una mirada diferente y sus letras merecedoras de un breve instante en la pantalla. Es mi sentimiento, opinarás tu lo mismo?, nos vemos un cordial abrazo Ciriaco Yáñez.

Ciriaco Yáñez
Un camino hacia el cielo
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06.Zaragoza.España

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martes, 4 de junio de 2013

el viñador


a ver que os parece, sigo tocando mi pequeña novelita "el viñador y otros cuentos de ribera". Ciriaco Yáñez 2010/12
Todavía no
La cosecha de 1916
La vendimia había sido preciosa, alegre y sin problemas. La fiesta del final con el primer mosto tenía algo telúrico  y de rito de paso.
- Esta cosecha no es la cosecha Txomin
-Si ya lo sé Pedro, esta cosecha no tiene garra. El año ha sido tan bonancible que no ha tenido que luchar. Ha salido la uva sosa, como los que nacen muy ricos y no saben lo dura que es la vida.
-Que hacemos con la uva?
-Mira Jacinto, la uva no esta mal. Para el Valbuena valdrá , aunque lo haremos en tres años, no en cinco. No os apuréis será bien bueno, pero no tanto como habíamos soñado.
La fiesta de la vendimia se prolongó hasta que el cielo se oscureció por completo. Aún los rescoldos de las brasas humeaban en el suelo y la música de la guitarra revoloteaba en el aire cuando nuestro Pedro se escabullía tras las tapias de las casas del poblado. Un ágil y discreto salto le permitió pasar al corral de Ana, la viuda de Cosme, un peón de labranza muy achacoso, que había casado cuando ya había dejado la juventud muy atrás. Ana había enviudado hacía dos años y ya mayor para volverse a casar con alguien joven esperaba por si alguna de las mujeres fallecía y dejaba un hueco en un hogar. La soledad era dura, la cama fría y un poco de ayuda para vivir, aunque fuese una poca de seguridad, bienvenida era. Ana tenía tres hijas medianas, las dos mayores sirviendo en una casa bien de Bilbao, la pequeña se iría en uno o dos años y se quedaría sola. Precisamente Pedro la sobresalta mientras ella piensa en ello “patatas con arroz, patatas con arroz” se repite como en n salmodio. Y eso mismo le dice a Pedro cuando ve al mozo entrar en la cocina.
-Patatas con arroz
-Perdona? No te he entendido
-Patatas con arroz, una frase que decía mi madre cuando hay que conformarse con lo que tienes.
-Ah¡ no te había entendido
-Entra y no hagas ruido que Dolores está dormida.
Pedro se puso detrás de ella y le tomó de los senos con fuerza, tal como a ella le gustaba. Le apartó la cabeza y le mordió en el cuello, mientras levantaba la falda y trajinaba con la mano dura, ajada, en una caricia suave como el terciopelo,  hasta que la mujer no pudo sino decirle:
-Que me vengo¡¡¡
Luego de unos instantes de silencio y de reposo Ana rompió el momento
-Mira que me tienes cogida bien. Me jodes como a mi me gusta. Que pena que no seas un hombre por que sino me preñaba de ti, y no te librabas mozo.
-Ahora te voy a demostrar si soy un hombre o no soy un hombre. El tono de furia de Pedro suavizó la voz de Ana.
-Hazme lo que quieras, que te lo has ganado, pero no te corras en mi. Si quieres terminar dentro, entra por detrás.

La madre de Pedro ve como el mozo llega bien mediada la media noche. No es una ingenua y la verdad es que no hay muchas mujeres disponibles en el poblado, así que está enterada de la historia de su hijo y reza para que no sea una dicha desgraciada con algún vástago malvenido.

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